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Acerca su rostro con determinación, sus labios húmedos encuentran los míos en un beso repleto de anhelo y pasión. En sus ojos encuentro una mezcla de deseo y ternura, una mirada que revela los deseos más profundos que ha guardado en su corazón.
- Te he esperado demasiado tiempo-, susurra con palabras cargadas de una urgencia que no puede contener más. Me confiesa sus ganas de descubrir el amor en su forma más pura, de sentir el roce de la piel de quien tanto la protegió y cuidó a lo largo de los años.
Su presencia, tangible y real, provoca un maremoto de inquietudes en mi interior. Una excitación embriagadora me invade por completo, mezclada con una incertidumbre moral que lucha por encontrar su lugar en mi mente y corazón. La amo, sí, pero ¿hasta qué punto?
La abrazo con fuerza, dejándome llevar por el torrente de emociones que nos envuelve. Pero a pesar del ansia que arde entre nosotros, una voz en mi interior sigue cuestionando la moralidad de nuestros actos. La melodía de "Earned It" de The Weeknd emerge de la rocola, llenando la habitación con su sensual ritmo envolvente.
Mientras reflexiono, tu sombra del pasado se desliza sigilosamente entre las grietas de mi conciencia, como un fantasma que se niega a ser olvidado. Me vienen a la cabeza las imágenes de los momentos que compartimos, cada risa compartida, cada gesto de complicidad, y siento tu presencia persistente en mis pensamientos a pesar de tu ausencia física. La culpa y el remordimiento se entrelazan con el deseo y el entusiasmo, creando un torbellino de sensaciones que amenaza con consumirme.
Necesito huir de ti, de este peso que has dejado en mi corazón, y dejarme llevar por el momento, debo aferrarme al presente y dejarte atrás. Sentir la intensidad del ahora me hará volver a creer en el amor real, podré sentirme vivo de nuevo. Ella me colma de caricias llenas de cariño y entrega. Es como si cada roce borrara lentamente las marcas del pasado, ofreciéndome una oportunidad de redención y una nueva visión del futuro. Me refugiaré en el calor de su figura en la promesa de un amor compartido de una nueva vida. Aunque la sombra del pasado aceche, sé que el presente es lo único que me importa ahora. Es el momento de dejar atrás los errores y las penas, de abrir mi corazón a una nueva esperanza, sin mirar hacia atrás. Porque en este instante, en este encuentro apasionado, encuentro la fuerza para romper los lazos que me atan al ayer y abrazo un mañana lleno de posibilidades.
Sonrío, dejo que sus manos exploren cada parte de mí con su curiosidad insaciable. Entre tantas sensaciones, encuentro consuelo en su tacto, su voz, su respiración, me doy cuenta de que no estoy solo en este viaje. Dejo atrás mis dudas y temores, abrazo el instante con valentía y determinación. Me fascina cómo investiga los límites de mi cuerpo con una pasión desenfrenada. La miro embelesado mientras noto cómo sus lazos se engarzan a los míos, cómo los colores varían multicolores y resplandecientes. Es realmente increíble sentir cómo descubre mis formas a través del tacto, apoyándose en mi pecho para escuchar mi corazón acelerado. Siente cómo mi cuerpo reacciona a sus acciones y responde a ellas con besos ambiciosos y entrecortados.
Sus palmas, temblorosas de anticipación, se deslizan por mi piel, conociendo cada músculo. Mis manos actúan recíprocas con efecto reflejo. Resulta difícil concentrarse ante el cúmulo de estímulos de nuevas impresiones ya olvidadas. Los dos estamos disfrutando de nuestros contornos con avidez. La textura y firmeza de la carne, todo es nuevo para ella, y su excitación se refleja en cada caricia, en cada gemido ahogado.
Los lazos que nos unen comienzan a vibrar con intensidad, reflejando el fuego que arde entre nosotros. Los colores cambian a nuestro alrededor, creando una sinfonía de emociones que nos envuelve en un remolino de deseos.
Sin palabras, sin barreras, nos entregamos el uno al otro en un ciclón de placer sensorial. Sus dedos lectores exploran cada rincón, cada centímetro de piel, provocando que mi espalda se arquee para hacerme más vulnerable y accesible. Se aferra a mí con fuerza, como si temiera perderse en la vorágine de sensaciones que la envuelve.
La guío con maestría con movimientos precisos y firmes, llevándola al borde del abismo una y otra vez. Los colores cambian a su alrededor, como si sus reflejos danzaran al compás de la música que nos embriaga e involucra. El azul del apetito se tizna o rojos y naranjas, creando una sinfonía que nos transporta a un éxtasis indescriptible.
Cuando el clímax finalmente nos alcanza, es como una explosión de sensaciones que nos deja sin aliento. Gritamos nuestros nombres en un delirio de placer, nuestras desnudeces convulsionando en un orgasmo compartido que nos une profundamente. En ese momento, en esa unión carnal y primitiva, encontramos la plenitud que habíamos estado buscando sin saberlo.
Después, envueltos en la calma que sigue a la tormenta, nos miramos y acariciamos con complicidad y satisfacción. Hemos cruzado juntos un umbral desconocido, explorando los rincones más oscuros y sensuales de nuestras profundidades. Y en ese momento, sabemos que nuestra conexión trasciende lo físico, lo tangible, convirtiéndonos en amantes destinados a aprender juntos los placeres más prohibidos y deliciosos. Y que jamás podríamos separarnos, el amor es palpable y coloreable. Sonreí, realmente la amo.
Por un instante, todo parece perfecto, como si finalmente hubiéramos encontrado la paz que tanto anhelábamos.